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Mediación y animación lectora

 Hablemos de mediación lectora y de la  animación lectora.

La mediación lectora es el acompañamiento que hacemos  durante todo el proceso de preparación de una sesión : antes de la lectura, durante la lectura y después de la lectura. Para dinamizar la práctica de la mediación lectora  proponemos dos ideas centrales de la animación lectora, un tipo de práctica muy difundida en los últimos años para desarrollar el comportamiento lector
A  diferencia de la mediación, la animación lectora busca la lectura autónoma de los textos, por lo que su mayor peso  se concentra en el momento anterior a la lectura. 
Partiendo de un texto específico, se  busca un acercamiento afectivo e intelectual que abra un camino de lectura autónoma para el futuro lector.


Sobre la animación a la lectura
Revisemos la definición de Carmen Olivares:
 “La animación a la lectura es un acto consciente realizado para producir un acercamiento afectivo e intelectual a un libro concreto, de forma que este contacto produzca una estimación genérica hacia los libros” 
En esta definición se presentan los tres actores principales de la animación lectora y cómo  estos se vinculan.
Los actores que tenemos son:
















La  vinculación entre el animador y el libro concreto parte de una relación consciente y previa; el paso del libro concreto al lector debe contemplar los aspectos afectivo e intelectual; y al final, el lector debe generalizar esa experiencia hacia otros libros, mediante la autonomía. Por tanto, la animación a la lectura es un trabajo serio que exige esfuerzo y planificación por parte del animador.


Esta definición también nos alerta sobre ciertas prácticas de animación a la lectura que se han vuelto comunes pero que, realmente, se alejan del proceso. Carmen Olivares resalta que el acercamiento entre el libro concreto y el lector debe ser afectivo, pero también debe ser intelectual. 
Debemos, por tanto, evitar la exageración de la parte lúdica de la animación, puesto que la lectura no siempre es divertida y fácil, aunque siempre sea una puerta al conocimiento. 
Es cierto que no hay demasiadas estrategias didácticas, pero la animación lectora exige que el animador sepa escoger la más adecuada, y hacerle las modificaciones necesarias para que se adapte a las características del libro concreto elegido. 
¿Con qué objetivo? Pues, Luis Bernardo Yepes Osorio sostiene que el objetivo de las estrategias didácticas es que la mayor parte del contenido “quede tatuado en las mentes de sus receptores” 
La segunda razón fundamental por la que la animación lectora debe partir de un texto concreto tiene que ver con el lector. En su texto Tras las líneas. Sobre la lectura contemporánea, el profesor Daniel Cassany (2013) explica la concepción psicolingüística de la lectura. Esta idea de la lectura hace hincapié en los procesos mentales que los lectores realizamos para comprender un texto, y demuestra que el cerebro del lector aporta constantemente información previa para la comprensión de todo texto que lee.



 El animador debe activar estos conocimientos previos en los lectores que quiere animar, debe acercarles el vocabulario y el contexto sociocultural que actúa como referente de la obra para que se produzca la magia de la comprensión. Es cierto que el placer y el juego nos motivan a leer un libro, pero esta motivación es efímera. Creemos que comprender con profundidad lo que leemos nos acerca de modo duradero a un texto concreto, y nos llevará con seguridad a otros.

Modelo
Como mediadores de la lectura, debemos conocer con profundidad el texto específico que vamos a compartir, para diseñar las estrategias que les permitirán acercarse afectiva e intelectualmente en cada uno de los momentos de lectura: antes, durante y después.
 
Antes de la lectura
Este momento de lectura es apropiado para intentar un acercamiento afectivo al texto escrito, tal como propone Carmen Olivares en su definición de animación a la lectura. Por eso es muy importante que escojamos textos con los que tenemos algún vínculo afectivo, textos que hayan transformado nuestras vidas. Estas decisiones parten de la perspectiva del animador y están dirigidas a un grupo específico de nuestra lectores regulares, esto es , los asiduos o los que pretendemos acercar a nuestra sala , con características muy particulares. Revisemos  algunas estrategias:
Establecer el propósito de lectura. La lectura, como toda actividad humana, tiene un propósito. Y es precisamente este propósito, que nosotros hemos decidido en libertad, lo que nos permite persistir en la lectura, lo que nos hace buscar otras lecturas. 
Cuando leemos en el contexto de la sesión lectora, quizás el propósito de lectura que comunicamos  —aunque no siempre explícitamente— es el control de lectura; por tanto, leemos para dar una prueba. 
Esto genera una tensión en los escuchas ya que, en lugar de entrar en el texto para comprenderlo y disfrutarlo, se dedican a buscar las respuestas a las posibles preguntas del mediador. Comunicar a su público lector  el propósito de la lectura con anticipación, les libera de la tensión de no saber a qué dedicarle su atención. Así, la lectura podría fluir de otra manera.
Siguiendo con el concepto de animación a la lectura, este propósito nace de las características particulares del texto. 

Rebeca Meléndez (2009) propone los siguientes propósitos generales de lectura: 
  • obtener información general
  • obtener información precisa
  • seguir instrucciones
  • compartir un texto, por placer.

La diversidad de propósitos que les propongamos a nuestro público lector les ayudará a escoger sus propios propósitos para una lectura autónoma.
 

Prácticas exitosas 2 
Formular predicciones
Esta estrategia es muy útil para activar destrezas de pensamiento . 
Si consideramos el texto como una propuesta que tiene unidad, coherencia y cohesión, podemos decir que hay una intención que lo guía. 
En el quinto capítulo de su libro, Daniel Cassany (2013: 95) se refiere a una idea interesante de Frank Smith, para quien todo discurso es bonito porque aporta datos para generar hipótesis y confirmarlas. Por tanto, todo discurso —en nuestro caso un texto escrito— incluye en sí mismo una prueba de comprensión. Si activamos estas predicciones en los lectores de nuestra sala , la lectura del texto les permitirá decidir si han acertado o no, y esto ya es aprender, dice Smith. Pero ¿cómo incitamos la predicción antes de la lectura?
Dos elementos de los textos pueden ayudarnos a iniciar una serie de predicciones que involucren a los estudiantes con el texto: el título y las imágenes. A partir de ellas podemos conjeturar el tema, espacios, personajes o los desenlaces que los textos nos pudieran presentar. En esta etapa es importante animar la mayor cantidad de predicciones de los lectores de nuestra sala , aunque algunas parezcan disparatadas. Mientras más predicciones se logren, se generará una atmósfera de participación y aumentará el interés por confirmarlas.
Activar los conocimientos previos relativos al tema. Una de las decisiones que todo escritor toma durante la escritura es el grado de información que le ofrece al posible lector de su texto. Cassany (2013) sostiene que un escritor nunca ofrece toda la información necesaria para la comprensión de su texto, y que esto no es un error, porque durante su escritura tiene en mente un lector ideal a quien se dirige. Cuando nos enfrentamos a cualquier texto, continúa Cassany, aportamos constantemente nuestros conocimientos previos para comprenderlo.
Como mediadores de la lectura, y puesto que conocemos con anticipación el texto, es importante que activemos los conocimientos previos de los lectores de nuestra sala  respecto del tema, o que les proporcionemos alguna información que no esté presente en el texto y resulte imprescindible para su comprensión. Esta actividad puede relacionarse directamente con la fase de formulación de predicciones, realizada con anticipación.


Conocer vocabulario. En nuestra experiencia como lectores, seguramente nos hemos enfrentado con palabras desconocidas. Y así como hemos utilizado varias estrategias para deducir un significado que nos permita continuar la lectura, también nos ha tocado interrumpirla para recurrir al diccionario. Evitarles esta interrupción a nuestros lectores,
sobre todo a los menos experimentados, podría resultar efectivo en una actividad de mediación de la lectura.
Esta preparación de la lectura nos tomará cierto tiempo. Pero si contamos con el interés de los estudiantes, si hemos activado sus conocimientos previos y si hemos definido un propósito claro que los guíe habremos generado las condiciones necesarias para que la lectura fluya, por lo que nuestros esfuerzos serán más efectivos.
Durante la lectura
Quizás la modalidad más generalizada de la lectura sea la lectura individual en silencio. En los camiones, transportes públicos, las bibliotecas o las salas de espera, cuando vemos a alguien leyendo, lo hace en silencio; y esto es natural, puesto que leer exige concentración.
 Esta tendencia a la inactividad y al silencio puede ser sinónimo de aburrimiento en una sociedad como la nuestra, donde estamos expuestos a diversos estímulos audiovisuales. Pero también debemos considerar dos cosas: en primer lugar, que esa persona que lee sola en el camión o en la biblioteca no es un lector principiante, sino probablemente una persona que ha desarrollado su comportamiento lector, que lee con un propósito claro y que seguramente disfruta lo que hace; y en segundo lugar, que la lectura individual en silencio es solo una de las modalidades de lectura que podemos realizar.
Para desmentir la idea de que la lectura es aburrida, en la mediación lectora podemos trabajar distintas modalidades que permitan romper la monotonía. Para escoger la modalidad adecuada, siguiendo el concepto de animación a la lectura, debemos prestar atención a las características propias del texto que vamos a animar. 
Los dos criterios básicos que pueden ayudarnos son el propósito de lectura y la estructura del texto. Es importante tomar en cuenta estos aspectos en cada momento de la lectura, para darle un significado concreto a toda la actividad. Si no lo hacemos, los posibles lectores  lo percibirán como actividades aisladas o improvisadas y le restarán importancia. Ahora leeremos  una lista de las modalidades de lectura, con propósitos de lectura y estructuras textuales generales que podrían guiarnos en la selección:
Audición de lectura. En esta modalidad una persona lee en voz alta, sin darle una entonación especial al texto, y los demás escuchan mientras siguen la lectura. Esta
modalidad es muy útil cuando el propósito de lectura es obtener información general. Esta lectura puede utilizarse también cuando el texto solo tiene la voz del narrador. Tiene mucho impacto en los lectores que son más  auditivos.
Lectura en voz alta. En este caso es necesario que quien lea el texto tenga ciertas aptitudes para la lectura en voz alta, como la fluidez, la entonación o la capacidad para hacer distintas voces. La lectura en voz alta debe ser enfática, impactante. Esta lectura es muy útil para los textos que tengan varias voces. También permite que los lectores de tu sala  pongan atención a partes específicas del texto, lo cual es muy útil cuando el propósito de lectura sea obtener información precisa. Tiene mucho impacto en los lectores auditivos.
Lectura compartida. Esta es otra modalidad de lectura en voz alta, en la que se propicia la interacción entre todos los participantes. Un ejemplo de lectura compartida puede ser cuando cada participante lee una parte del texto (un párrafo, por ejemplo).
Si una lectura tiene diálogos entre varios personajes, se puede designar a varios para que cada uno lea una parte. Esta distinción de voces facilitará la comprensión del texto.
También puede hacerse una lectura compartida con dramatización. En este caso se designa a uno o varios lectores y a los personajes, para que actúen de acuerdo con lo que escuchan durante la lectura. Esta es otra forma de observar la comprensión que tienen, y puede resultar mucho más interesante para los  kinestésicos
Lectura comentada. Si un texto presenta cierta complejidad puede utilizarse una lectura comentada. Se lee el texto en voz alta, por turnos, y al final de cada turno se comenta lo que ha sucedido, lo que podría suceder, lo que haríamos si estuviéramos en esa situación. También podemos explicar ciertas expresiones que, por no significar literalmente lo que expresan, pueden traer confusiones. Tal es el caso del humor, la ironía o las referencias a otros libros o autores.
Lectura en parejas. Muchas veces los estudiantes aprenden más de sus compañeros o sus amigos que del mediador. Esto potencia la eficacia de una lectura en parejas, durante
la cual los lectores  se apoyan mutuamente. Como dice Cassany: la comprensión se profundiza cuando se contrastan varias interpretaciones individuales. Esta modalidad se enriquece si los dos estudiantes tienen el tiempo para leer y para escuchar.


Lectura independiente o individual. Es la modalidad más común de la lectura y se realiza en voz baja o en silencio. Requiere de un ambiente sin distracciones y permite un acercamiento muy personal al texto escrito. Puede resultar más agradable para los lectores visuales y para los lectores más experimentados.
Notas :


Se refiere a los estilos de aprendizaje de los estudiantes: auditivos son aquellos que aprenden mejor escuchando la información.

Se refiere a los estilos de aprendizaje de los estudiantes: kinestésicos son aquellos que aprenden mejor con actividades que involucran el movimiento.

 



Bibliografía 

Cassany, D. (2013). Tras las líneas. Sobre la lectura contemporánea. Barcelona: Anagrama.

Compagnon, A. (2008). ¿Para qué sirve la literatura? Barcelona: Acantilado. Espinosa, A. (2010


#juntassomosmasfuertes 


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